Tengo miedo a no ser aprobada por la gente que amo. Muchas veces siento que soy rechazada por mi familia o mi pareja. ¿Qué hago?
Desde niños nos programaron para vivir pendientes del “qué dirán”, para buscar el reconocimiento, la aprobación, la adulación, y la aceptación de los demás. Nos enseñaron a compararnos y a competir con nuestros amigos y compañeros en todos los campos (emocional, espiritual, físico y material), a no vivir nuca nuestros sueños sino los de otros, a esforzarnos incansablemente por tratar de complacerlos, hacerlos felices y conseguir así la aprobación de nuestro círculo social.
Continuamente nos enseñaban a ser egoístas, a no prestar nuestros juguetes y pertenencias, y a ser siempre los número uno en todo, para así sentirnos poderosos y manipular a los demás. Si por algún motivo no lográbamos algo utilizábamos el mecanismo de la pataleta, la amenaza, la agresividad, la lloriqueada o la indiferencia, hasta llegar al punto en que no vivimos la vida, ni hacemos lo que nos gusta, por tratar de amoldarnos a un sistema de creencias falsas y cadenas limitantes. Y como si fuera poco, además de que nos juzgaban, nos programaron para ser jueces implacables, sin compasión alguna por lo que sienten los otros con nuestras críticas.
Y en esa cadena de comparaciones, competencias y búsquedas infinitas de aprobación aprendimos a criticarnos despiadadamente y a no valorarnos por lo que somos, sino a fijarnos en lo que no tenemos y en lo que no hemos hecho. Esto nos ocasiona desdicha e insatisfacción, y nos lleva a perder nuestra autoestima. Lo peor de todo es que si bien crecimos y ya no somos niños, en la mayoría de los casos seguimos actuando de la misma manera, y perpetuamos en nuestros hijos todas las cadenas de egoísmo, manipulación y frustración.
Si continúas escuchando todo lo que la gente dice de ti, vas a vivir siempre triste y amargado. Debes aprender a escuchar la voz interior que sale de tu corazón. Siempre que ellos te critiquen o te ofendan devuélveles con amor.
En la vida sólo hay dos opciones: creer lo que la gente dice de uno y amargarse la vida viviendo pendiente del “qué dirán”, o aprender a no dar importancia a lo que digan sino a lo que uno se dice a sí mismo en cada amanecer.
Gracias Papá Jaime por sus enseñanzas, cada palabra es tan reconfortante de mucho aprendizaje. quedan ancladas en todo mi ser. Gracias Gracias
Gracias Papá Jaime,
Este mensaje es el que necesitaba mi alma escuchar, en este preciso momento, aquí y ahora…